Hoy en día son muchísimas las personas que sufren de problemas intestinales: hinchazón, gases, estreñimiento, diarrea, reflujo, intolerancias, inflamación crónica… La raíz, en muchos casos, está en nuestro modo de vida moderno: exceso de alimentos procesados, estrés constante, antibióticos, falta de descanso y desconexión con lo natural.
La reacción más habitual suele ser quitar gluten, lácteos o lanzarse a dietas restrictivas sin supervisión profesional. Aunque esto puede dar alivio temporal, también conlleva riesgos importantes: déficits de nutrientes, pérdida de peso no deseada, alteraciones metabólicas o empeoramiento de síntomas.
Ante este panorama surge el interés por el protocolo GAPS, una estrategia que, aunque no está aprobada por las sociedades científicas convencionales, ha mostrado resultados interesantes en muchos casos.
¿Qué es el protocolo GAPS?
El protocolo GAPS (Gut and Psychology Syndrome), diseñado por la Dra. Natasha Campbell-McBride, es un plan de alimentación en fases cuyo objetivo es sanar y regenerar el intestino.
Se basa en:
Caldo casero de huesos y carnes como base de la nutrición.
Verduras cocinadas, grasas saludables y alimentos fáciles de digerir.
Introducción progresiva de fermentados naturales y probióticos.
Eliminación de procesados, azúcares y alimentos irritantes para el intestino.
Más que una “dieta”, es un protocolo terapéutico que requiere paciencia y constancia.
¿Qué beneficios puede aportar?
En mi experiencia, aplicándolo de forma individualizada y con seguimiento, he visto mejorías notables en personas con:
Disbiosis intestinal.
Síndrome de intestino permeable.
Problemas digestivos crónicos (diarrea, estreñimiento, hinchazón).
Intolerancias alimentarias múltiples.
Precauciones y contraindicaciones
El GAPS no es un protocolo para todos ni algo que deba hacerse sin acompañamiento.
Es restrictivo y puede derivar en déficits nutricionales.
Requiere evaluación de analíticas y ajustes constantes.
No está recomendado en determinadas condiciones médicas sin supervisión.
Por eso, lo más importante es que si decides probarlo, lo hagas siempre con un profesional que pueda guiarte, personalizar las fases y asegurar que tu cuerpo recibe lo que necesita.
Lo que sí podemos aprender del GAPS
Incluso sin seguir el protocolo al 100 %, hay lecciones valiosas que podemos aplicar en el día a día:
Volver a los caldos caseros y comidas sencillas.
Priorizar alimentos naturales y reducir procesados.
Entender que el intestino es clave para nuestra salud global.
Dar tiempo al cuerpo: sanar lleva un proceso.
Conclusión
El protocolo GAPS puede ser una herramienta útil en ciertos casos de problemas intestinales graves, pero no es una solución universal ni debe hacerse en solitario.
Lo que sí nos recuerda es que cuidar nuestro intestino empieza con lo más simple: volver a la cocina, a lo casero, a lo natural.
0 comentarios